viernes, 19 de septiembre de 2008

¿Cuál es el límite?

Vimos recientemente la puesta en funcionamiento del LHC o Gran Colisionador de Hadrones. Mientras que muchos estaban optimistas, los demás esperaban el fin del mundo el 10 de setiembre. Ahora la fecha se pospuso al 24 de octubre, cuando se intente hacer chocar a los protones dentro de esa máquina.

Experimentos como ese nos hacen pensar hasta dónde pueden llegar los investigadores por ganar un poco de fama y reconocimiento. Notamos así algunos que ponen en duda su buena voluntad.

Existen indagaciones que a pesar de haber sido realizadas en el siglo pasado hoy nos siguen impactando. Comenzando con la inyección de grandes cantidades de LSD en un elefante, pasando por doctores toma vòmitos hasta llegar a perros de dos cabezas (para más información ver: http://espaciociencia.com/los-diez-experimentos-cientificos-mas-crueles-y-bizarros-de-la-historia); estas son pruebas que nunca creeríamos que alguien sería capaz de realizar.

Como verán, eso es una prueba de qué tan poco nos conocemos entre nosotros. Además, nos lleva a plantearnos una pregunta que surge de pronto… ¿La motivación de los científicos sigue siendo la ciencia o es ahora el dinero?
Daniela del Águila

viernes, 29 de agosto de 2008

Sobre árboles, vasos y agua: ¿qué podemos hacer?


Hace unos días, cuando leí una carta enviada por el Club de Periodismo sobre el reciclaje de “vasitos” en el colegio, se me ocurrió reflexionar sobre la situación del colegio. Y, pensé, la forma más fácil de hacerlo sería observar un día común de clases e identificar aquellos detalles que muchas veces ignoramos, pero que no pueden ser dejados de lado. Como todos sabemos, el mundo está entrando en una etapa de decadencia; cada día más y más personas se suman a la difícil tarea de evitar que el calentamiento global se agudice, y nosotros, como colegio y como personas, no podemos ser la excepción.



Fue así que comencé un día como cualquiera. Ni bien me senté en mi carpeta, ya tenía dos hojas bond de tamaño A3 (más grandes que las comunes) impresas ambas por una sola cara. En ellas encontré el crucigrama de la sección “mi hogar” de El Comercio, y un artículo del mismo periódico. Un par de minutos después, nos repartieron el calendario de Julio; el fajo de 4 hojas, también impreso en hoja bond, que contenía la misma información en castellano y en inglés. En total, en menos de 15 minutos recibí 6 hojas bond; en total en mi salón se repartieron 132 hojas, y en la promoción ¡420 HOJAS DE PAPEL BOND! Pero lo más sorprendente de todo esto es, que estas 132 hojas de mi salón terminaron casi en su totalidad, tiradas por el piso, en forma de avioncitos o en el tacho de basura. Imaginémonos la cantidad que se habrá repartido en el resto del colegio, sobre todo si asumimos que todas las promociones reciben el mismo calendario mensualmente, y más aún, la cantidad que no habrá sido reciclada.




Entonces me di cuenta que en el colegio, en nuestro día a día utilizamos muchísimas hojas de papel. Cuando recibimos una circular, una ficha, una lectura, entregamos un ensayo, incluso las 20 páginas de monografía que en promedio entrega cada alumno de décimo por lo menos unas 3 veces. Habría que sumar las entregas del ensayo argumentativo de noveno, los papeles de secretaria y muchos otros. Por eso, gracias a la iniciativa del Club de Periodismo de eliminar los “vasitos” descartables de los bidones de agua, creo que se podría hacer algo similar con respecto al uso de papel. Por lo que la opción más interesante sería crear un “Aula Virtual”. ¿Qué es esto? El “Aula Virtual” consistiría en crear una red a la que todos, alumnos y profesores, podamos acceder desde cualquier computadora con acceso a internet donde podamos colgar los trabajos, abrir fichas de trabajo, lecturas, rúbricas y circulares. A los papás se les enviaría las circulares por e-mail, pero además podrían revisarlas en la red. De esta forma, evitaríamos el excesivo uso de papel, ya que nos olvidaríamos de imprimir cualquier cosa que pudiera simplemente estar digitalizada en una computadora. Con esto, beneficiaríamos al medio ambiente con un gran aporte de parte nuestra y, quizás, podríamos contagiar nuestras ideas a otros colegios, hasta que poco a poco se vaya eliminando el uso de papel bond en el día a día de los escolares. Aprovechemos lo que la tecnología nos ha dado y hagámosle un bien a nuestro agonizante planeta, que nos pide lo que más podemos darle: nuestro apoyo y cuidado para que el haber existido aquí tenga sentido.
Espero que estas palabras contagien las ganas de dar un paso más de muchos que nos faltan dar, y que no solo aceptamos las medidas que el colegio tome, sino que podamos entender por qué las hace y seamos capaces de decirle al otro: “recoge ese papel”, sin ningún tipo de vergüenza.





Hans Frech La Rosa